Cuando el dolor era insoportable, lo que cada vez ocurría con más frecuencia, pedía un “rescate”. Unas horas de paz para pensar y poner en orden su vida y la de aquellos a los que iba a dejar.

Se había reconciliado con su exmarido. El dolor le dio fuerzas para comprender, pedir perdón y perdonar. Después del trabajo, él recorría 70 Km. para pasar la noche con ella en el hospital, sentado en un sillón, cogidos de la mano, como cuando eran novios y daban largos paseos.

Sobre la mesilla, una foto tomada días antes de que naciese su hija. Tan jóvenes, tan felices.

―¿Nos volvemos a casar?

―¿Para qué?

―Para borrar los errores, volver al principio.

La enfermera le hizo un turbante blanco con gasas. Ofició el alcalde, fueron testigos la psicóloga y la enfermera. Ellos, luz en la mirada.

Se fue reconciliada consigo misma y con la vida.